Bogotá D.C., 9 de diciembre de 2024.- Un estudio realizado recientemente en Utah, Estados Unidos, por la firma especializada, Management Science Associates Inc., MSA, encontró que antes del tratamiento con cannabis, el consumo promedio de opioides era de 3.832 miligramos equivalentes de morfina (MME) al mes, cifra que se redujo a 1.798 MME tras incorporar la marihuana medicinal.
En ese sentido, se evidenció una significativa disminución del uso de opioides, con una reducción media del 53,1% en la dosis mensual de morfina equivalente (MME) entre los pacientes estudiados.
De igual manera, la investigación destacó cómo la legalización del cannabis medicinal en Utah en 2018 ha impactado positivamente en el tratamiento del dolor crónico y evidenció una baja en las muertes relacionadas con sobredosis de opioides, subrayando el papel del cannabis como una alternativa eficaz y segura para el manejo del dolor.
Los datos detrás del estudio
La investigación, que incluyó a 186 pacientes diagnosticados con dolor crónico según los códigos de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-10), analizó datos desidentificados de transacciones en dispensarios y recetas médicas. De igual manera, categorizó los tipos de dolor utilizando las directrices más recientes de la International Association for the Study of Pain, IASP, lo que garantizó un análisis detallado y estandarizado de las condiciones de los pacientes. Estas clasificaciones permitieron identificar patrones específicos en el manejo del dolor crónico y evaluar cómo diferentes tipos de afecciones responden al tratamiento con cannabis medicinal.
Los datos sobre el consumo de cannabis se obtuvieron de transacciones registradas en los dispensarios Dragonfly Wellness Medical Cannabis y se vincularon con los historiales médicos de los pacientes. Este proceso utilizó un sistema de desidentificación patentado por MSA y compatible con HIPAA, norma de confidencialidad de la Ley de Portabilidad y Responsabilidad de Seguros Médicos del país norteamericano, asegurando la privacidad de los datos mientras se mantenía la precisión en el análisis. Esto subraya el rigor metodológico del estudio y su enfoque en preservar la ética en la investigación médica.
La edad de los participantes osciló entre los 23 y los 89 años, con una media de 49 años. Del total de la muestra, el 57% de los pacientes sufría dolor musculoesquelético, mientras que otros enfrentaban dolor visceral (19%), cefaleas crónicas y dolor orofacial (13%), dolor neuropático (3%), y dolor postquirúrgico o postraumático (2%).
La mayoría eran residentes de Utah (98,9%), y un pequeño porcentaje provenía de Oregón y Nuevo México.
Los métodos de consumo más comunes incluyeron vapeadores (19,4%), gomitas (18,8%) y flor de cannabis (12,9%). Los productos con una proporción de THC:CBD de 1:0 fueron los más utilizados (78,3%), seguidos por productos con una proporción 1:1 (19,4%).
Resultados positivos, pero con matices
Más del 84% de los pacientes redujo su consumo de opioides, particularmente aquellos con dolor musculoesquelético y neuropático, quienes lograron las mayores reducciones. Sin embargo, se identificaron casos específicos que presentaron un incremento en el uso de opioides, como pacientes con cefaleas crónicas (+20,6%). Este hallazgo sugiere que factores individuales, como condiciones preexistentes o comportamientos como el tabaquismo, pueden influir en la efectividad del cannabis como sustituto de los opioides.
Futuro del cannabis medicinal
Los hallazgos refuerzan el potencial del cannabis medicinal para disminuir la dependencia de opioides y reducir el riesgo de muertes por sobredosis. Sin embargo, los investigadores enfatizan la necesidad de estudios más amplios y diversificados que permitan refinar los tratamientos y determinar dosis óptimas para distintas poblaciones.
A medida que más investigaciones exploren este campo, el cannabis medicinal se posiciona como una herramienta clave en la transición hacia un enfoque más seguro y sostenible para el manejo del dolor crónico. Utah, con su enfoque progresista, podría sentar un precedente importante para otros estados y países en la lucha contra la crisis de opioides.