Washington, EEUU, 8 de febrero de 2025.- El creciente acceso al cannabis en los Estados Unidos ha superado la capacidad de la ciencia para comprender su impacto en la salud pública, haciendo imprescindible definir una hoja de ruta para la investigación y desarrollo de políticas públicas sobre cannabis. Así lo advierte Nora D. Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés), en un análisis sobre el informe «Consecuencias para la salud pública de los cambios en el panorama de la política sobre el cannabis», publicado por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM).
“El aumento de la disponibilidad del cannabis ha generado una disminución en la percepción de sus riesgos y un incremento en el consumo. Sin embargo, aún sabemos muy poco sobre los efectos a largo plazo de los productos con altas concentraciones de THC y de los cannabinoides sintéticos”, señaló Volkow.
El informe, patrocinado por el NIDA, el Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa (NCCIH), el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), detalla la falta de evidencia científica sobre los efectos de la legalización del cannabis y la variabilidad de las regulaciones estatales.

Regulación, consumo y salud pública
Según la Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas y Salud, el uso de cannabis en mayores de 12 años creció del 11% en 2012 al 22% en 2022. Un aumento particularmente notable se observa en adultos mayores de 65 años, un grupo que antes tenía un consumo mínimo.
A su vez, la industria del cannabis ha diversificado su oferta, con productos que contienen niveles elevados de delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y otros cannabinoides poco estudiados. Las mayores preocupaciones en salud pública están relacionadas con el consumo regular de dosis altas de THC, que se asocia con trastornos psicóticos, accidentes de tráfico y el síndrome de hiperémesis cannabinoide (vómitos graves y repetidos).
El informe de NASEM señala la necesidad de evaluar medidas regulatorias como:
✔ Restricciones en la venta, precios y comercialización
✔ Límites al contenido de THC en los productos
✔ Regulación del consumo en espacios públicos
✔ Normas de seguridad y calidad de productos
✔ Fiscalización y posibles monopolios estatales en la venta
Sin embargo, no hay evidencia concluyente sobre el impacto de estas medidas en la salud pública debido a la falta de datos uniformes entre estados y países con diferentes modelos regulatorios.

Investigación en salud y cannabis medicinal
El informe subraya la necesidad de estudios detallados sobre los efectos del cannabis en jóvenes, embarazadas, adultos mayores y veteranos, así como su impacto en enfermedades crónicas y salud mental.
Aunque el cannabis medicinal se usa ampliamente en EE. UU., aún hay pocos estudios clínicos sólidos que evalúen su efectividad y seguridad. El NIDA ha financiado iniciativas como el Registro de Cannabis Medicinal, que analiza el consumo en pacientes con enfermedades crónicas, y los estudios ABCD y HBCD, que investigan el impacto del cannabis en el desarrollo cerebral de niños y adolescentes.
Desafíos en monitoreo y regulación
Otro problema crítico es la falta de métodos confiables para evaluar el deterioro por consumo de cannabis. A diferencia del alcohol, los niveles de THC en sangre no reflejan necesariamente un estado de intoxicación, lo que complica la detección en controles policiales y laborales.
El informe propone mejorar la vigilancia del cultivo, venta y consumo de cannabis, además de promover un estándar de medida para los estudios científicos, fijando 5 mg de THC como unidad base en investigaciones financiadas por los Institutos Nacionales de Salud (NIH).

Ciencia para una regulación informada
El NIDA y otros organismos federales continuarán financiando investigaciones esenciales para comprender los efectos del cannabis en la salud y orientar las políticas públicas basadas en evidencia.
“El objetivo no es solo identificar riesgos, sino también explorar los posibles beneficios terapéuticos del cannabis en el manejo de enfermedades crónicas y la salud mental”, concluyó Volkow.
En un entorno donde la salud pública debe primar sobre las ganancias comerciales, la ciencia tiene el reto de proporcionar información clara para una regulación efectiva y equitativa del cannabis en Estados Unidos y el mundo.
Para conocer en detalle los hallazgos y recomendaciones del informe, puede consultar el documento completo «Consecuencias en salud pública de los cambios en el panorama de las políticas de cannabis» haciendo clic aquí.